EL PEQUEÑO TAMBORILERO…

Por: Leonel Iván Contreras Vega

El autor es Profesor de Inglés con más de 20 años de experiencia y Abogado Penalista.

 

Cuando era un niño, para estas fechas, transmitían muchas y hermosas cómicas o caricaturas navideñas, pero, la que realmente me marcó fue el «El pequeño tamborilero» de hecho, la pueden encontrar en YouTube como «El niño del tambor».

 

Esta historia ficticia, pero, con un profundo mensaje cristiano, trata de un niño llamado Arón el cual era muy feliz y tenía una hermosa familia.  Una vez, su padre, que era pastor de ovejas, le regaló un tambor que lo llenó de mucha alegría.

 

Desafortunadamente, su familia fue víctima de un asalto y Arón lo perdió todo.  El niño, que odiaba a la humanidad por lo que le había pasado, solo escapó con un burrito, una ovejita y un camellito de su granja los cuales bailaban al ritmo de su tambor.

 

Un malvado hombre llamado Benjaram, explotaba al niño Arón y lo obligaba a tocar el tambor para que los animalitos bailaran ante el pueblo en Jerusalén y así sacar ganancia a costa del pequeño.  En una ocasión, se encontraron con los Reyes Magos en el desierto y Benjaram al igual que Arón intentaron ganar dinero con ellos y no pudieron, pero, uno de los camellos de los Reyes estaba cansado del viaje y el malvado Benjaram les vendió a ellos el camello del pequeño Arón.

 

Arón decide ir tras la caravana de los Reyes para rescatar a su camello guiado por la estrella que estos seguían, sin embargo, sorprendentemente; vio gran cantidad de pastores que seguían la misma estrella.  Cuando logró llegar al establo donde se posaba la estrella vio a su camello y corrió a buscarlo, pero tristemente, un carruaje atropello a la ovejita y Arón en su desesperación corrió donde los Reyes para pedir ayuda ya que él se decía que estos eran magos y podían salvar a su ovejita.

 

Al estar frente a Baltasar le pidió ayuda y este le dijo que él era un Rey mortal y no podía hacer nada, no obstante, el niño que había nacido era el Rey de Reyes.  Arón le dijo … no entiendo… y Baltazar le dijo que no era necesario que entendiera y que solo tenía que acercarse, pero; el pequeño decía que no tenía nada que dar, sin embargo, fue y con lágrimas en los ojos se arrodillo, luego se levantó y toco el tambor.

 

Inmediatamente se dio cuenta que estaba en frente de alguien muy especial y en ese momento Baltasar le dijo que su regalo era muy importante porque surgió de la desesperación y eso es lo que más le agradaba al niño nacido.  Finalmente, el pequeño Arón recibió su milagro ya que su ovejita se salvó y su corazón fue consolado y restaurado.

No soy un buen cuenta cuentos, no obstante, el final de esta pequeña historia, que no me perdía en cada navidad de mi infancia, hoy; me hace recordar el pasaje bíblico que dice «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar.» (Mateo 11:28).

 

Ahora bien, ¿Por qué el final del cuento me recuerda este pasaje bíblico?… Porque el pobre Arón estaba cargado, lleno de ira y tristeza a causa de su tragedia y desconocía que había alguien que podía ayudarlo y sanarlo hasta que por diosidencia lo encontró.  

 

Tomando el cuento como base, tengo la percepción en que vivimos en una sociedad altamente cargada, agotada y estresada, sin embargo, a pesar de estar a la víspera de la celebración de una fiesta de carácter netamente cristiano, no veo que nuestra sociedad reflexione sobre la importancia de la navidad y que Cristo Jesús es el único que nos puede liberar de las cargas y el cansancio provocado por los avatares de la vida, por el contrario; se sumergen en el mundo del consumismo el cual aumenta el famoso estrés en que se vive.

 

También considero que, tal vez, muchos de los que se enredan en el afán del consumismo busca llenar algún vacío o hallar paz, en un mundo que no la puede dar (Juan 14:27) y eso aumenta su dolor el cual desemboca en ira y odio tal como le sucedía al pequeño Arón del cuento.

 

Entonces, si el año ha sido difícil o lleno de sucesos adversos, como el pobre Arón o peor, considero que es la fecha oportuna para reflexionar en que gracias al nacimiento de Cristo Jesús y su muerte, nos podemos acercar a Él y dejar todas nuestras cargas y alcanzar la paz que nunca alcanzaremos en el mundo.  Recuerde que para acercarse a Él solo hay que tener fe y Él nos recompensará (Hebreos 11:6).

 

También podemos reflexionar que, para estas fechas, gracias al nacimiento de Cristo Jesús y muerte, al acercarnos a Él con un corazón contrito y humillado seremos escuchado (Salmo 34: 18 y Salmo 51:17).

 

Es tiempo de recapacitar y no dejarse llevar por el consumismo y su afán con el fin de alcanzar la paz que nunca hallaremos en el mundo, de hecho, es mejor un bocado seco y en paz que casa de contienda llena de provisiones. (Proverbios 17:1).  Esta es una fecha para meditar, compartir en familia y perdonar como el Señor perdona nuestras ofensas.

 

Quiero aclarar que no es momento de hablar de aspectos históricos, culturales, políticos y geográficos de la navidad ya que de esto se puede departir mucho, sino, aprovechar este instante para repasar sobre el amor de Dios ya que amó tanto al mundo que dio a su unigénito hijo para que todo aquel que crea en Él no se perdiera y tuviera vida eterna (Juan 3:16).

 

Quiero cerrar señalando que solo Cristo Jesús cambia el corazón (Ezequiel 36:26) y lo limpia (Salmo 51: 10) y aquellos que tienen un corazón limpio son los que verán a Dios (Mateo 5:8).

 

Que tengas una feliz navidad y un próspero año nuevo y que el todo poderoso te bendiga abundantemente. 

 

Dios bendiga a Panamá.   

 

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